Arica Prehispánica

LOS PRIMEROS HABITANTES (8.000-6.000 a.c)
Las primeras evidencias humanas en la región se remontan a 8.000 años a. C. En la sierra y el altiplano pequeñas bandas procuraban su sustento cazando animales pequeños como roedores – vizcacha, chululo; animales mayores como guanacos y vicuñas, ambos pertenecientes a la familia de los camélidos. Recolectaron, además, algunas plantas con fines alimenticios, medicinales y otros usos.
Para estas actividades fabricaron instrumentos de piedra, madera y hueso. Eligieron como lugares de vivienda pequeños aleros y cuevas naturales, en cuyas paredes dejaron figuras pintadas, en colores rojo, amarillo, y negro, alusivas a la caza de camélidos.
En las tierras bajas, costeras del Pacífico, las actividades centrales eran la pesca, caza y recolección. Como hoy, los pescadores usaban anzuelos, arpones, redes, pero los materiales, de que estaban hechos eran distintos: piedra, concha, hueso, madera, fibras vegetales. El clima cálido permitió a los pescadores la instalación de campamentos con viviendas ligeras, confeccionadas con totora, cuero, madera y huesos de ballena. Algunas cuevas de la costa también fueron usadas y sus paredes decoradas con símbolos variados.

ANTIGUOS PESCADORES DE ARICA Y EL CULTO A LOS ANTEPASADOS
Tradición Chinchorro (6.000-2.000 a. C.)

El grupo cultural, definido como Chinchorro, estaba constituido por bandas de pescadores recolectores y cazadores marítimos que habitaron campamentos semiestables a lo largo de la costa. Sus artefactos de caza, pesca, y recolección, incluían dardos y lanzadardos, arpones, anzuelos simples y compuestos; redes de fibra vegetal, bolsas de nudo corredizo. La alimentación era rica en proteínas, proporcionada por la fauna marina y terrestre; se complementaba con el consumo de vegetales locales y de intercambio, como la quínua (Chenopodium sp.).
El rasgo más sobresaliente de esta cultura fue la práctica de momificación de sus muertos, para prolongar una apariencia de vida. Esto posiblemente con el objeto de mitigar el impacto social, emocional y hasta económico que pudo ocasionar la desaparición de un individuo cuya presencia era importante para la organización de la comunidad.
Existían dos maneras principales de momificación. Una de ellas consistía en eliminar los órganos de las cavidades torácica y abdominal y reemplazarlos por fibras vegetales y fragmentos de pieles de camélidos. El otro método consistía en eliminar completamente los tejidos blandos del cuerpo hasta conseguir un esqueleto limpio; luego se reforzaba la estructura ósea con palos, amarrándolos con hiladas torcidas para formar cuerdas. Tronco y extremidades se envolvían separadamente con una estera de fibra vegetal; finalmente, se cubría el cuerpo y rostro con una capa de arcilla, mezclada con alguna sustancia aglutinante, modelando la figura del individuo, e indicando claramente su sexo. Terminada la reconstrucción del cuerpo, se reponía la piel, la que a su vez se enlucía y abrillantaba con la aplicación de pigmentos de manganeso de color negro, o de óxido de fierro, de color rojo.

TÉRMINO DE LA TRADICIÓN CHINCHORRO E INICIO DE LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS (2.000-1.000 a. C.)

Las pequeñas bandas de pescadores-recolectores aumentaron en población en la medida que mejoraron su tecnología, haciéndola más eficiente y especializada. En el medio ambiente marítimo, palos con punta en forma de quilla sugieren navegación costera, mientras que para las redes y lienzas de pesca incorporaron el algodón; este material mojado se convierte en fibra muy resistente para ser utilizable.
Aprendieron a transformar los recursos naturales como semillas, raíces, hojas, tallos, en alimentos, vestimentas, esteras, cestos, cordeles, recipientes y otros instrumentos. Sus cuerpos se hallan adornados con turbantes elaborados, collares de nácar, tejidos de doble amarra y de malla. Los tejidos eran pintados a veces con tierras de color o tintes vegetales.
Se produjeron cambios importantes en el sistema de creencias, formas de vidas y organización de las comunidades costeras. La momificación artificial con enterratorios colectivos dio paso a enterratorios individuales, en posición lateral y flectada. Esto sugiere una evolución interna de las sociedades Chinchorro y, posiblemente, la llegada de otras comunidades con distintas tradiciones culturales.

Formativo Temprano (1.000-500 a. C.)
La experimentación exitosa en el cultivo de vegetales permitió, a las poblaciones costeras incorporar y controlar una fuente adicional de alimentación. La población se estableció en los valles, cerca de la costa, especialmente en zonas de vertientes y ciénagas que hacían más fácil el cultivo de la tierra, sin sistemas de irrigación compleja.
Se reconocen algunas plantas de cultivo: zapallo, ají, maíz, porotos, camote, achira, mandioca. La necesidad de permanecer junto a los cultivos para desarrollarlos, controlar el agua de riego y cosechar provocó una mayor estabilidad en los campamentos.
En esta época se registra la incorporación de la cerámica (arcilla cocida), usada como recipientes para líquidos y para la cocción de alimentos. De formas sencillas, imitando calabazas, no presentan decoración. Se incorpora el uso del metal, oro, plata y cobre en objetos de adorno posiblemente con fines rituales y demostración de prestigio social. El conocimiento de la técnica del telar facilitó el desarrollo de la producción textil, que lograría con el tiempo avances espectaculares en la región.

CONSOLIDACIÓN DE LA AGRICULTURA Y PRESENCIA ALTIPLÁNICA
Formativo Tardío (500 a. C.-500 d. C.)

Mientras en los valles bajos se consolidaba la agricultura y se desarrollaba la vida aldeana, en el altiplano andino, principalmente alrededor del lago Titikaka, centros de avanzada organización social y política irradiaban influencia hacia áreas vecinas. La incorporación de iconografías y objetos exóticos en las prácticas culturales de la gente de la costa surgieren relaciones de intercambio con aquellos grupos altiplánicos, bajo acuerdos políticos y económicos que aún no se conocen con claridad.
Esta interrelación se observa en los tejidos, elaborados con técnica de tapiz, bordado y tinturas de variados colores. La cabeza humana es un símbolo destacado en la iconografía como así también diseños duales y resaltados por colores contrastantes o alternados. Entre los instrumentos de nueva tecnología aparecen chuzos, palas y aporcadores de tierra para trabajos agrícolas y, arcos y flechas para la caza.
Los lugares de entierro eran montículos o túmulos de varios metros de largo y hasta 2 a 4 metros de alto, formados por capas alternadas de tierra y plantas. En su interior se encuentran cuerpos flexionados, de costado, envueltos en mantas afelpadas o esteras, acompañados con algunas ofrendas. Algunos cuerpos fueron desmembrados y sus cabezas depositadas en bolsas tejidas de malla, coincidiendo con la iconografía de la época.

TIWANAKU (500-1.000 d. C.)
Tiwanaku llegó a ser uno de los centros culturales andinos más influyentes y poderosos establecidos en la cuenca del Titikaka. Alrededor del año 500 d. C. Tiwanaku se consolidó como centro hegemónico, sustentado por una economía agropecuaria altamente tecnificada, que incluía el cultivo en campos elevados o camellones, en los alrededores del lago Titikaka.
Una estructura social jerarquizada le permitió al Estado mantener vinculaciones y reproducir su modelo entre sociedades localizadas en los actuales territorios del sur peruano, norte de Chile, noreste argentino y gran parte de Bolivia. Como soporte, se desarrolló una religión cargada de imágenes, desplegadas en la iconografía de frisos tallados en piedra, tejidos y cerámica
Hacia los 800 d. C. su influencia se sentía en toda el área Centro Sur Andina, incluyendo los valles bajos, como Azapa en el norte de Chile. Sus habitantes, acostumbrados al contacto con las sociedades de tierras altas y organizados en comunidades pequeñas, limitadas en su crecimiento por las condiciones áridas circundantes a los valles, no tuvieron posibilidades de repeler la influencia Tiwanaku. Por el contrario, absorbieron fácilmente los aportes que significaron la adaptación de nuevas tecnologías de regadío y productos agrícolas; un mayor intercambio de bienes tales como tejidos finos de colores variados, lana de camélidos, cestería, cerámica objetos de madera y de metal, incluyendo el bronce. Los diseños son geométricos, figuras humanas y de animales, propios de un sistema ideológico donde posiblemente se representaban aspectos de la cosmovisión y de la estructura social.
La expansión de Tiwanaku hacia los valles del sur peruano y norte de Chile fue, posiblemente, motivada por razones geopolíticas para la protección del área nuclear, manteniendo una periferia amistosa y favorable a la dominación Tiwanaku. Al mismo tiempo garantizaba el acceso a una variedad de recursos y productos imposibles de encontrar o cultivar en el altiplano, debido a limitaciones climáticas, tales como, maíz, ají, algodón, pescado seco, conchas para fines ornamentales y rituales. Ofrecían en intercambio charqui (carne seca), lana, quínua, papa chuño, finos tejidos, cerámica, tallados en madera y piezas de metal.
El arte textil cobró especial relevancia. Notables son los gorros de lana de cuatro puntas, confeccionados con agujas, que fueron usados por personajes de rango. Estos gorros presentan estructuras ornamentales de 2, 3 y 4 elementos y colores que construyen elementos. Este patrón decorativo posiblemente es una representación de su visión del mundo y se repite en los tejidos de parche, de telar y en fajas trenzadas.
Los grupos costeros en contacto con la cultura Tiwanaku incorporaron las figuras del puma, cóndor llama y mono, animales significativos en la mitología de los pueblos andinos hasta el presente.
Estos objetos se emplearon en ritos y ceremonias de comunicación con las divinidades, dirigidas por un chaman u hombre sabio. Este era el enlace entre el mundo material y espiritual. Uno de los medios que usaba el chaman en ritos especiales, era la absorción de estimulantes que hasta pudieron ser alucinógenos. La música y la danza estaban también incorporadas a estas prácticas ceremoniales. Máscaras, como la del puma, sirvieron para personificar a las divinidades, agradarlas y conseguir favores de ellas, como la producción agrícola y protección para los animales.

DECADENCIA DE TIWANAKU. EMERGENCIA DE LOS SEÑORIOS REGIONALES (1.000 d. C.)

Las razones de la desintegración del Estado Tiwanaku no están bien definidas. Tal vez se deba al desgaste natural del sistema político mantenido por casi 1.000 años en un área muy extensa. Esta situación debió agravarse a consecuencia de largos períodos de sequía que afectaron duramente la base agrícola de su economía.
Hacia fines del primer milenio d. C. pequeños reinos o señoríos independientes, compiten en la región altiplánica de Tiwanaku. En los valles costeros surge también la posibilidad que las pequeñas comunidades se desenvuelvan de manera más independiente. Desarrollan exitosamente una economía mixta que articula la agricultura de los valles con la caza, pesca y recolección marítima. Este período de señoríos locales se conoce como Cultura Arica.
La Cultura Arica se identifica a lo largo de la costa del Pacífico entre los valles del Caplina (Tacna), Lluta, Azapa, Chaca-Codpa, Camarones. Su influencia alcanzó hasta Taltal. Una iconografía, variada y abundante, se observa en tiestos de cerámica, piezas textiles y en muchos otros materiales. Formas geométricas, figuras humanas, de cóndor, puma, mono, lagarto, y otros animales, se repiten, entrelazan o contrastan como frente a un espejo, produciendo diseños de gran complejidad. Interpretar los símbolos fue fácil posiblemente para quienes conocían sus códigos, pero hoy día, desconociéndolos, sus significados parecen inalcanzables
La diversidad étnica de los señoríos regionales se corresponde con la aparición en costa y valles de lenguas como aymara, uro, puquina y camanchaca.


SEÑORIOS REGIONALES (1.000–1.470 d. C.)

Durante este período las poblaciones costeras alcanzaron su más grande desarrollo, sobre la base de una economía que articulaba recursos marítimos, agrícolas de valle y sierra, con crianza de llamas, alpacas y cuyes.
Las aldeas a lo largo de los valles se ubicaban en lugares estratégicos para su defensa (pucará), como laderas escarpadas y cimas de cerros. Estas aldeas integraban espacios para actividades domésticas, agrícolas y ceremoniales. En los valles de la sierra se desarrolló una agricultura de andenería o terrazas, con manejo del agua a través de complicados sistemas de riego. Se cultivó preferentemente maíz, quínua y papas. En esta zona se aplicó la técnica de deshidratación de papa por frío, conocida como papa chuñu. Este y otros productos se almacenaban en recintos especialmente construidos bajo y sobre el suelo. En los valles costeros se concentraba la producción de ají, maíz, camote; frutos del pacae, guayabo, lúcuma; fibras como el algodón, entre otras.
En el litoral, la aplicación de una tecnología especializada que incorporó balsas de tres palos, permitió el acceso a una variedad mayor de recursos marinos.
El éxito del sistema permitió que la Cultura Arica pueda considerarse como una época clásica y la de mayor esplendor en la historia pre-hispánica de la región.
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Fuente: Museo San Miguel de Azapa

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